Las clases son casi siempre
inspiradoras y evocativas a la par que construyen nuestra experiencia vital y
la enriquecen o eso es lo que me ocurre cada vez que algún suceso cotidiano me
sorprende y despierta mi interés. Me encontraba yo en la clase de Ciencias
Sociales de 4º de ESO cuando la alumna María Belén Barquero Martínez entregó el comentario del libro Historia de una maestra, de Josefina
Aldecoa. En ese momento recordé la visita a un pequeño museo de Almería en el
que se había recreado una escuela de principios del siglo XX y un documento
llamó especialmente mi atención. Dicho documento era el contrato de una maestra
de 1923 en Estados Unidos.
Si bien la Historia de Estados
Unidos nos queda algo lejana, podemos pensar que la situación en España no debía
de ser muy diferente para las mujeres trabajadoras de la época. Lo que sí es
cierto es que existían maestras casadas, aunque la sociedad española de los
años 20-30’ sigue considerando el trabajo extradoméstico femenino como algo
marginal y sólo aquellas con necesidades vitales (solteras y viudas) pueden
recurrir al trabajo fuera de casa para paliar su manutención y, cómo no,
cobrando una tercera parte menos que sus compañeros maestros, aunque esto no
figure en el contrato.
Es obvio que las maestras son, en
muchos casos, el ejemplo de conducta de sus alumnas y que deben mantener cierto
decoro, pero no dejan de sorprender todas y cada una de las cláusulas del
contrato y el control al que se las tenía sometidas. Todo en relación al
siempre temido “qué dirán” y lo que se tenía como buena conducta femenina.
Me ha gustado mucho esta reflexión sobre las maestras y la situación de la mujer hace relativamente pocos años. Lo curioso es que pensemos incluso las mismas mujeres que esas cosas ya no suceden. Las personas que trabajan en violencia de género están muy sorprendidas de ver el tremendo control que muchos novios ejercen sobre sus chicas, chicas normales como vosotras. La mayoría de vosotros pensaríais que hombres y mujeres son iguales hoy en día cuando lo cierto es que sigue quedando muchíííísimo todavía por hacer.
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